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Irving Cordero (Managua, Nicaragua, 1979). Escritor y Máster en Derecho Empresarial. Director fundador de la revista cultural Tribal Literario, coordinador del Think Tank “Diálogos sobre la libertad”, colabora como columnista en el “Nuevo Diario”, ha participado en diferentes encuentros académicos donde se promueven las ideas de la libertad. Sus textos han sido traducidos a los idiomas alemán e inglés y publicados en suplementos, revistas y antologías nacionales e internacionales. Email: irvincordero@gmail.com

lunes, 21 de junio de 2010

Libro


Autor: Irving Cordero
Libro: Muerte de mis Muertes



ABRAXAS


A mi rincón me vuelvo. Que la vida
se muera lentamente en el espejo.

Pedro Salinas




Cenizas de dama
A Brenda Rooseess

Y tal vez lo viste
porque el ojo de la
mujer reconoce a su rey…


¡Y la vi! Sombra de rosa iluminada
por reflectores en la cinemateca,
posado perfil fosforescente
supo verme y grabarme desde el
iris eléctrico de su telaraña óptica.

Tenues pupilas sin ceño ni seña,
repudiaron liviandad de
pies en marcha hacia la acera.

Colisión fortuita de miradas pasmadas,
pábilo humeante, inútil efecto,
luciérnaga exorcizada de luz
(opaca) desnuda en la noche
por música de cigarras.

STOP… Auto-humillado
por mopis de la ciudad hojalata,
privan aprisionando súbitamente
mi pequeño pecho,
mi precario tiempo…

¡Mi exigente desvelo secreto!




Llamada por cobrar

Pantalla: embobadas imágenes en fuga
abstracta, algazara holográfica.

Son polifónico, sonido en escape
Giratorio alterno al silencio,
mudo expectante en butaca,
parpadeante ir y venir vibratorio.
Perfil de seno asómase…
abdicada rendija; curioso chispeante
flash de retina (impresionista secreto)
en delimitado espacio.

Intervención ensordecedora –interferencia–
abierta vela acierta policroma,
oído raudo, lenguaje silenciado.



Complejidad Posmoderna
A Hanzel Lacayo


Emparentado tintero de orden y desorden
en momentánea articulación,
diserta sobre herrumbre de título sobreviviente.

Ciclista de metáforas, sombrías como paracaídas,
centra radio en periferia, avizorando
en el lenguaje, la tormenta de los siglos.

Novedad neovidente de gélida pupila,
neón nocturno ANUNCIA:

Lluvia sobre tentáculos urbanos,
voces ahogadas por aguacero,
atestadas cenizas sin cenicero,
POSMODERNIDAD 0.



I Reencarnación de memoria
Embotadas emanaciones de espejos
(Estados Lacanianos)
A Esmeralda Hernández

Deriva océano, devora,
rompe camilla, violada sedada,
blanca como bastidor antes
de rito fulminante;
difuminación, disfunción, difuminaste
gama en degradación gravitacional,
prisma choca colores, prima llamarada,
llamado de conchas comunicantes concertadas
por arenal semi-despierto, piedra fina oxidada,
entra Esmeralda.




II Avisos sin preámbulo

Un aviso sonó monótono:
guardar huellas, no esfumar señas,
aunque hieran, era de crear eras,
en gestaciones de pánico.





III A una infeliz cazada

Siémbrame en el huerto
de amapolas enfermas,
tótem de sonrisas en son agónico,
última inercia, última inocencia,
fiada al cementerio de miradas.






IV Vestíbulos y prostíbulos

Enmascarado e intermitente,
marchas sin distintivo hacia graderías
de cemento, olor atento a orín,
sin semblanza blando austero, aterrado,
cargando cuentas cruentas y consignas de olvido.






V Segmentación de cuna
A mi hijo Zahid

¡Un espectro! ¿Un electro?
Ultrasonido indiscreto,
vigilante tras el vientre claro.
Rutilante minúsculo miembro,
donde se anuncia en megáfonos de imagen:

¡MASCULINIDAD!






VI Reencuentros y desencuentros

Fugitiva marchas, embistes y desvistes,
anudas desnudas encrespadas cabelleras de niñas marchitas;
sucumbes olores, fragmentas colores.
Ato, halo soga, lluvia de cuervos y flash de tormentas;
transfigurada bestia en complicidad con el viento.




Poema precautelar

Escarba con uñas lilas.
Hirió poema.
Donde posó trampa, rodó escena:

Sospechoso elemento huyó alarmado.
Alertó: ¡verSOS! Activó alarma de sirena,
Cirineo asombró farol colgado…

El cómplice que negó no tres, sino por tres.
Lo sabía e hizo denuncia libre de cargos.

Circula ahora, lista de dudoso antecedente
beltraniano.




Punto G

Ese hondo gemido destierro
hacia sonoras claves del cielo,
vibratorio pecho impositivo
en alumbramiento rítmico.

Esa clave donada por teclas
altisonantes (prisionera cotidiana),
deshojo reprimido ahogo
y libero Punto G.

Esos espacios para preñar
alivios en reapertura e inaugurada
cuna de amantes, mecida por la respiración.

¡Yeso, de silencio fracturado!




A fin de cuentas
A Ivonne Orozco

Rumbo, azabaches colochos tumbo,
voy hacia ti y tus deudas en voucher.
Líneas telefónicas del verso dirigidas
a tu ritual alumbramiento.

Procedo, por momentos miento, creo,
mientras tu nombre, mentor del mío,
recién inaugura línea que separa,
acapara silencio.

Tardes vidriosas ahumadas
por motor de auto y ópera
de pájaros: tales tardes
operan a ras de mi memoria
que, a fin de cuentas, te esperan.

He visto desenredar cabello
en mano e inquirir cacareo
renuente, acerca de disertación
acobardada, dada a las
once y cuarenta de la mañana.

Y el indulgente proceso evocatorio
tu propuesta acierta:

¡Te espero a fin de cuentas!




DISERTACIONES Y HECHIZOS

I
Hechizo de memoria resguardo,
este lenguaje de abejas velando exacta la palabra,
ritual del paladar en signo de siglos.


II
Mateo vio desde la palabra cómo volverse Dios y atar
a Cristo en su segmento de ficción, allí cruzaron las
esquinas los dioses atados a la eternidad.






III
A mi hijo Zahid

Púrpura arremete clandestina gracia infantil,
deshabitado cuarto por la cocina,
abultada retina apresó relieve.

Discreto probó candado y entró,
prevé indignado una sola cobija, rojo apenado
como la tarde manchada de aves se marchó.






IV
Esta ruta que me supo a suicidio tú la conocías,
ahora yaces entre maniquíes a los que vistes en el bullicio
de los estantes con precio, a todo un precio,
a los restos que solías llamar pasado.





V
A Camilo Baltodano (q.e.p.d.)

Intentaba recordar cómo aprisionabas recuerdos
en el silencio, alto a los lugares comunes
donde los ausentes se vestían de tarde.



PARODIA EVOLUTIVA

Bienaventurados los pobres
porque de ellos será la luna.

Leonel Rugama




El Origen de las Especies
(Parodia de Evolución)

Los monos me golpearon,
apalearon mi gen,
engendraron hombres.

Colonias de hombres
clonaron monos,
fundaron circos sociales,
engendraron hambre.

Muecas de primates,
deleite ético en ramaje mecánico,
en el oficio de ascender ¡Always!

Pre-humano, primer gitano
leyendo azar en las líneas
de la mano, primeros
monólogos selváticos.

Hacedores del desastre, fieles

a la sastrería de los trajes chingones.

Primitivo sofisticado, global robotizado,
las monadas del terror.




Pirotecnia: propiedad valuarte

Pan frío invernal vestido
de plata, incrusta reflejo
en mendiga herida.

Bombea acueducto de líquido estancado,
recorre los muros rojos en letargo
creyendo releer signos de presagio.

Pensamiento zumbando en su afán de miel
sucumbe ante aguijón de estética anorexia.

Mortal glacial de las cincuenta estrellas
estrenan mansión en abismo zarco,
descascarado blanco palacio helado.

Allí el buitre celebra en distintos escenarios:

¡Célebre Nobel descubrimiento del átomo!





Sábado en crisis

A Chichí Fernández

¡Poeta! ¡Esto está de juerga!
Prostituidos poseedores de lo ajeno;
aquella egregia posición aristotélica
en mutismo, “el hombre: animal político”
hoy POLÍTICO ANIMAL…

¡Poeta! ¡Esto está de juerga!
La poesía sentando minifaldas de medianoches
y las metáforas cada vez más caras;
el comercio de elásticas piernas
y los textos, facturados continuos.

¡Poeta! ¡Esto está de juerga!
Madriguera de roedores (vendedores de madres)
exigiéndose estética, los abandonados estetas
engullendo lácteas tetas:

El de los sellos,
el de las sillas,
el de los celos,
helo aquí.

¡Poeta! ¡Esto está de juerga!


Exhibicionistas a la vista, en suplementos literarios
y revistas, encinta de fraudes y alarde de premios
dando sacra sepultura a la literatura nacional.




Porque aquel que no conoce la historia
está condenado a repetirla

A mi tío Ulises Morales,
exhortándolo a la defensa de la democracia

¿Quién hay como este monstruo,
y quién puede luchar contra él?

Apocalipsis 13:4

Poder de hombre contradiciendo poder divino,
¿o el mismo poder? Un podado poder
con hedor a cloaca, a herida de hermano.

Quien conoció las marchitas rosas, las concedió
a su familia como un trofeo ganado por las vencidas,
con el dedo de fuego; ojo de miedo que huyó
bajo la sombra del león dando saltos de conejo
donde cobarde fio la tumba de sus hijos.

Agosto ha sido triste, agosto no he sido libre,
agosto hay arrestos, agito cuna de niños
embargados de olvido.



Eco abandonado

Deshabitado el campo, porción de miseria,
urbanístico niño señala madriguera, cómplice
el asfalto de sus pasos perdidos, su tacto gastado,
su origen de lucero alterado a su vivir de piedra.

Esta muerte de tu vida y esa seña en tus rodillas
tus ancestros las conocían y han donado tu nombre
a un censo sin sentido desde antes de nacer.

Anota ahora en tu frente huesuda, ese hierro
impuesto a cuesta de ese esqueleto que supo
andarte a veces indispuesto.

Promesa bíblica del origen
de esa costilla, Eva desahuciada,
preñada en los car tones de las estadísticas falsarias.





Los hijos

Los no nacidos, abandonadas huestes de nuestros genes
a la deriva, estructura cíclica que yace guardada en nuestro álbum
ancestral, por hoy que no regrese.

Nuestras ofendidas cunas junto
a un sillón que no se mece por el viento,
espero que ese viento mesa mi sillón, los hijos
del deseo, los hijos de enero cuando huye luna llena
por la ventana.

Hijos de nadie, hijos de todos, hijos de pura,
hijos de puta, hijos del odio que, clandestinos,
se ocultaron en el hospital, hijos del mar salados como la espuma,
hijos del mal que se divirtieron atrasando agujas.

Los que se asomaron por el balcón pero no se les
cedió voz, a los que a vos no se te cedió presentarlos
en el balcón, los más queridos, los más odiados,
todos hijos del deseo y de la carne.

Las lágrimas, un camino por donde el desposado huyó,
ensimismados movimientos del alma, exiliados
hijos de la República que esclavizaron a los hijos del invierno.

¿Y el orfanato? Sigue vacío en espera de hijos sin padres,
y los padres siguen vacíos en espera de hijos…
¿Y los no nacidos? Amenazados de vida.



Modigliani

! Modigliani oliendo siempre a alcohol,
(fauché, diría la oligarquía parisina)
a pintura fina olía,
aunque ¡fuchi! Cómo hedían
sus torpes zapatos chocando galerías.




De pie frente al espejo
A Ulises Joe Morales,
por su obsesión a los álbumes


No simula este rayo curvilíneo ese destello esperado,
si acaso: una simulación no objetada de tus manos
que han logrado adulterarse cada mañana.

¡No! ¿Quién dijo que nuestra imagen sería la misma frente
a los focos reñidos con la memoria? Demandamos la distorsión
de esa imagen frente al espejo con su mueca sin ruido y sus
fotos de arena.

De pie frente al espejo es una excusa a tu muerte de ayer,
es un vestirte con los regaños de antaño, reírte sin irte a tus
planos del pasado, donde albergas ese álbum de años, donde te aferras a las siluetas descalzo.






Antecedente y resumen de esas fotos,las que suelen recordarme
en aventurado riesgo de cobijas


Frío sentí, a cuestas recorrí volátil instante,
tarada risita y fuero de olas en que databa la sal,
salero de mesa fotografiado.

Iba a revelar comunión entre vela y vida,
porque en este revelado de pasado está esa comunión consagrada
que se dispersa noctámbula.

Está ausente margen sin imagen, risa sin sonrisas,
sin ese eficaz enlace entre la entropía y el desenlace,
bajo una mecha de candil donde hacía residir sombras,
las que de niños no nos dejaban dormir.

Mas reparo por tanto revelo, diserto,
voy a ellas en señal de pena porque dejase ausente
garras por quejas, maquillado lo que no vimos,
lo que no creemos que vivimos, la ausente tarde de un mirlo
donde pareciésemos libres.

Ten éstas: las reales, las insociales,
las veladas fotos en la memoria.




Testamento

Dormiremos frente a ese cielo
enrojecido de pena al despedirnos,
cuando te espere amante con esa cita en el hospicio,
desconsolado, dando perdón a los vivos.

Y plasmaremos testamento abierto, un indulto a los quejidos,
un mundo que se hunde y se llama olvido nos rehabilitará
en una danza de mariposas en su pasado de larvas.




Meditación
A Alejandro Serrano Caldera

¿Qué piensas ante esa noche parca?
Te vislumbras profundo y has quedado arco
cejas entre tanto pensamiento que nos dejó inerte.

Tejes perfecta fina la palabra en unidad de diversidad
práctica, pero recuerda que los discursos
milagrosos contra la ceguera pocas veces serán admitidos.

Oídos sordos y los otros que oyeron se marcharon después
del aplauso, ejecutivos y ejecutados al nuevo siglo
consagrados.



A deshora plectro insurrecto

He guardado tus besos en una esquina de mis labios,
en este tedio de inhalar vendavales y resucitar horas muertas.

Vestido eco tras eco desnudando silencio
me libero de ayeres ajenos, lejanos y trémulos.

Los malabares del don y sus monedas sarrosas
desmintieron lo noble del metal y los sueños.

Aquí yacen nuestros eternos monstruos (los que solemos amar
sin entendimiento), en la errante costosa calma
que a calamidad invernal latió.

Allí invernan hijos sabios del caos jugando a los dados,
dando a nuestro falso reposo necesario, dioses con almas
de cemento.

He guardado tus besos en una esquina de mis labios,
en este tedio de inhalar vendavales y resucitar horas muertas…

¡A toda inercia fin!




Reflexiones acerca del ocaso

Vi esta tarde tan real en sus doradas cabelleras
enredada en huida de golondrinas,
día caído amueblando ausencia.

De ahí en adelante, reasignaré mi resguardado
aposento al nocturno sonámbulo, por oponer resistencia a esa
sonora voz de ocaso.





Muerte de mis muertes

Ante tanto secuestro de rosas
hoy de roca es mi camino;
una estación en tus ventanas me dice: ven,
y el silencio se vence antiguamente airado.

¡Bienvenida a esta ciudad fantasma
habitada sólo por la palabra!
Una voz abre tonada de ángel
que canta sobre su multitud de alas,
la mirada que al fin ciegamente ama.

¡Llama ahora con fuego tus caricias de yemas,
hacia la muerte de mis muertes
que sutilmente ordenas!








Encomienda, sacrificio
y condena por el poema
A Edgar Alan Poe

A lo encomendado por Poe,
Poe Mas y más poemas, a eso opté:
retirarme de la monotonía oficial a la vigilia asonante.

Por eso acumular palabras, malabares
verbales, pasadizo de residuo sanguíneo
derramado en el exilio.

Desnudo en código, porque mi otro
yace silente, preciso; en sombras de ataúdes
y cuerdas de laúd eterno.



Languidece el sueño cuando rojo es nuestro averno (a la fiel coquetería
o tragedia venidera)


Veo amenazante beso, límpido discreto
amenaza de antiguos secretos
(porciones de cielos y avernos).

Huyo a la distancia; veo, leo y releo
su textura inscrita en sus disueltos besos.

Desierto fue el sueño, tensión el sosiego
por ese rojo encuentro:

La noche cae,
los ojos caen,
el beso cae amenazante.





Asistencia a recuerdos que me absorbieron


Recurro a mi pasado, paso a paso persiste lazo
que unió tanta desunión, rojo como tus labios
al encuentro de mis ojos.

Tus estatuas calladas velan tu ser extraviado
distante que no supo a tregua ni parentela,
mientras frecuentas áridas parcelas.

Porque paso a paso, traspasa memoria
doblada en un armario, esquina opuesta
a ese calvario por hoy postergado.




Negocio y sello ajeno

¡Ay! Siempre visitando fantasmas y vistiéndote en las sombras
entre ceja y ceja a golpe de ocaso, era preciso un salón ruinoso
donde situarte un lugar, al fin un lugar a esa tu manía de invocar suicidio por las heladas.

Ante el ajetreo de recuerdos disueltos que perecieron por fastidio, por acumulativo resabio de años, por metálicas palabras en el paladar del instante que te enseñaron sobre la muerte y sus velorios
en este invierno blanco.

Deposito mis últimos huesos en tu rendija vacía (monumentos de calcio), diste el último alegato de insistente renuncia, presidida por una bandada de emigrantes aves que ya no se ven.

Denuncio las finales horas de relojes retrasados,
sonoras figuras a las que dabas for mas con tus manos,
sustituyendo tu identidad por luces
rojas y tu aroma en el cuerpo de las ciudades.

Basta de parte mía como bastó, éste roer mis huesos
en papel apolillado anotado con tu beso que vi amenazante.

Multicolores conciencias amanecieron con repuesto cada mañana,
cada mañana un nuevo rostro y en cada rostro
un negocio que no sello.




La lejanía tiene como objetivo el reencuentro

Hace bastante tiempo que no te veo,
escaso tu cielo habita en el oleaje de aquella
callejuela polvorienta con vista al mar.

Una vista para esta vista que no te ve, a veces
te pienso en la silueta del algún abdomen marcado;
otras, en las piezas de los autobuses donde procreabas
rutas en el silencio.

Verte era un irte, siempre yendo allí donde nunca te vi,
recostada a insectos de fuego donde enfada el sueño
y la lejanía te divisa despierta.

Ver me hoy es un verte en ese vete que procuraste
fingir a medianoche, anocheciendo escasa de luz
próxima a tor mentas y hoy tu distancia no es tan
distante, hoy te pareces más a ayer.

El ayer donde fenece cada día un pensamiento
suicida de los días, la eterna constante de la carne en compañía.
Por eso hoy no estás lejos, estás aquí, un paso a mi revelación
de tu secreto, una calle a tu misterio, una amapola por ese
encuentro.

Sin no, sino con sí, en la memoria que muchos distes,
nunca ausente, nunca lejana…

¡Nunca se está tan lejos cuando se ama!

Ahora llama despacio, despacio llama a esa proclama postergada,
a esa estación cuando duermes en tus almohadas, a esa muerte
de paso entre el recuerdo y la nada.





Lucía
A Lucía Velarde

Lucías entonces tu traje embargado
precita parca al corredizo del baño,
lista regadera tu arco ofrecía
múltiples ensayos.

¡Imitabas la ceguedad del combate!

Lucías entonces comprometida etérea,
consignada a versificar líneas
a esa nueva inscripción en la arena.



No vetes
A Ligia Rivas

Hoy vi en tu mirada ese sueño
que se escapó por la ventana.
Vístelo. Sólo eso. No vetes este amor
capturado en las sombras de tus pestañas.

Ni siquiera desvistas esa pronunciación
de aroma en los pliegues de tus alas.
Esta es mi visión en comunión.

Y sólo eso y qué más da, y sólo eso y qué más dar.






Rebelión
A Palestina Sandino

No es la manera cómo lo dices,
sino cómo lo decías: clara,
como el aura que se escapa,
por la cama te marchabas.

Siempre me dije: dormida la dejé,
en su encierro de hinojos, en su blancura
celeste, encerrada hacia adentro
como una insolente rebelde.





Recado del viento

Silbido penetrante hiriendo
las entrañas del viento, ese aullido
de frontera en avenimientos de partes, separar
esa congoja aliada de arrepentimiento y
sea mi silbido, puente en ese sordo oído.

¿Oyó acaso lo mudo del repasado traspatio?
Sólo en el perfil de tu nombre sonido rompiendo,
moviéndose entre lo que escondido, llamare.

Porque si acaso ese breve altercado entre tus sábanas
oyeron de codicias y ayer se suplieron de caricias
desteñidas, recoge esta sobra del silencio, estos veinte regios
ligamentos, este último recado del viento.



Después del último recado

Un silbido hiere el viento, ¿y qué quieres que yo haga?
Un sonido, un sollozo, desnudada herida reposando.

Silbido que gira, escapa, se parece a una cantaleta
resonante de vieja data.

El viento sopla la herida tal parece que la sana,
y en el mar sopla él mismo aferrado a una playa.

Mejilla abajo rueda la última lágrima,
y el silbido se enmudece en abismos que lo acallan.

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